Ferdinand de Saussure.

Por Lic. Daniel do Campo Spada

El lingüista Ferdinand de Saussure, (Suiza, 1857-1913) trabajó con el signo lingüístico orientado hacia la evolución social de la lengua, siendo el objeto de estudio de esa especialidad. El lenguaje, dividido en lengua y habla, es un objeto heterogéneo que por el momento es inabarcable en su totalidad por ninguna teoría. Sobre él se realizan estudios parciales sobre sus partes (sígnicas, psicológicas, formales, etc.). La lengua según Saussure, es el conjunto de convenciones que le permiten a una sociedad utilizar el lenguaje. El lenguaje, a su vez, está en la mente de cada integrante de la sociedad y es involuntaria y arbitraria. Esto ha despertado polémicas que aún hoy en día no pueden cerrarse.
El habla, en cambio, es individual y voluntaria ya que es la forma en la que usamos ese lenguaje disponible.
Según Saussure, la lengua es un sistema de signos que expresa una idea, a lo que podríamos completar diciendo que está en lugar de algo, que en este caso será la ideología (entendiendo a esta como conjunto de ideas o posiciones).

El Signo.

El signo es el resultado de la unión de un concepto con un objeto perceptible. Santo Tomás de Aquino, lo expone de la siguiente forma:
“Debemos considerar que en las cosas corporales las formas son particulares y tienen un ser material: en el entendimiento, por el contrario, son universales e inmateriales, como lo demuestra el modo de entender. En efecto: la inteligencia concibe las cosas de una manera universal e inmaterial: es así que el modo de entender debe ser proporcionado a las especies intelectuales por cuyo medio entendemos; luego puesto que nadie llega de un extremo a otro sino por el medio, necesario es que las formas de las cosas corporales lleguen al entendimiento por un medio cualquiera. Este medio son las potencias sensitivas, que reciben las formas de las cosas materiales sin el auxilio de la materia, a la manera que la especie de la piedra se produce en el ojo, pero no la materia.”
Extrapolando este párrafo podríamos afirmar que lo sensible son los signos, que se ponen en lugar de la materia, pero ante una forma universal de pensar (objeto insensible). Si la forma de trabajar es universal, las diferencias y luchas sociales se dan en el territorio del habla.

Saussure menciona además que toda lengua debe responder a dos principios: el de la arbitrariedad y el de la linealidad. El primero de estos principio se refiere a que muchas palabras tienen una imagen acústica que nadie discute pero que no responde a nada natural. Incluso si dijéramos que la naturaleza se llama así, no podríamos explicar a qué fenomenos responde la palabra “naturaleza”. Podría tener cualquier nombre y todo sería igual. La arbitrariedad la aceptamos en forma pasiva.
El segundo principio refiere a la linealidad. Dicho claramente, los sistemas linguísticos deben coordinar en una secuencia sus términos para que podamos entenderlos.
Por ejemplo, decir “los perros son el mejor amigo del hombre” responde a una linealidad que nos permite comprender el espíritu de la frase. Si alteráramos ello, no podríamos percibirlo. Por ejemplo “amigo el los perros hombres del”.
En los lenguajes no linguísticos en cambio, se da una no linealidad, por lo que se plantea el desafío de tratar de lograrla para que podamos captar el mensaje a transmitir. Cuando vemos un semáforo, estamos ante un mensaje no lingüístico, pero se pretende una linealidad en la sencuencia del rojo al verde (pasando por el amarillo) y viceversa. La linealidad la da el foco amarillo, que se convierte en el ariete entre el rojo (parar) y el verde (avanzar). Pero en la arquitectura, por ejemplo, si bien hay puntos de anclaje (puertas y ventanas) no existe necesariamente una linealidad.
Cuando habla de signos no linguísticos hace una ligera alusión (aunque hay sospechas por las traducciones y transcripciones que sus escritos han tenido en todo este tiempo) a los principios de sincronía y diacronía, equivalente al sistema del lenguaje en el primero de los casos y al uso posible en el segundo.
Aunque sus escritos al respecto han sido rescatados por sus alumnos (ya que Saussure no publicó nada en vida), la teoría del valor del signo ha sido usada en las teorías estructuralistas de la que ha sido padre (sin imaginarlo). Cuando manifiesta el valor de un signo, esto lo da por lo que no es.
El término “rojo” responde positivamente a que es un color y negativamente a un animal, país, temperatura, etc. Eso lo hace muy preciso y valioso. Un término como “humano”, en cambio, bien podría ser ser viviente, hombre o mujer, mamífero, bípedo, conducta, homo sapiens, etc, por lo que pierde valor en cuanto a su imprecisión.
Cuando los estructuralistas estudian algo, lo comparan con lo que no es, remitiéndose al juego de oposición de los términos linguísticos.

Extraído de do Campo Spada, Daniel
“La Comunicación como Organon de la Existencia”.
Buenos Aires. Ediciones El Garage. 2004

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